Argumento: Los
arqueólogos de la expedición Sanders-Hardmuth regresan a
Europa tras dos años en Perú y Bolivia, en donde han hallado
el sepulcro del rey inca Rascar Capac. No tardarán en
comenzar a padecer una extraña enfermedad que les sumerge en
un profundo letargo, despertando todos a la misma hora del
día, tremendamente sobresaltados, como si los torturaran
para volver a caer en su sueño. Todo apunta a que se trate
del castigo profetizado en la propia tumba de Rascar Capac.
Junto a todos los enfermos se encuentran los restos de unas
bolas esféricas de cristal con algún veneno en su interior.
Tintín, el capitán Haddock y el profesor Tornasol visitan a
uno de los miembros de la expedición: el profesor Hipólito
Bergamotte. Cuando éste cae enfermo y el profesor Tornasol
es secuestrado, Tintín y el capitán siguen la pista de su
amigo que les llevará a Perú donde empieza El Templo del
Sol. Lista de infectados, en orden cronológico; Clairmont,
Sanders-Hardmuth, Laubépin Cantonneau, Marc Charlet, Hornet,
Hipólito Bergamotte.
Curiosidades:
Hergé se desplazó hasta la casa que usó como "modelo" para
recrear la mansión de Bergamotte. Justo cuando se marchó del
lugar, las SS pasaron por aquel mismo lugar, faltando poco
para encontrarle tomando croquis del domicilio. Un punto
cómico de la historia es cuando el capitán Haddock muestra
su afán por lograr convertir el agua en vino, al igual que
Bruno, el prestidigitador del Music-Hall Palace.
Precisamente en ese mismo espectáculo hará aparición el
general Alcázar, que ya se pudo conocer en, La oreja rota y
ahora es lanzador de cuchillos; también aparece Bianca
Castafiore, "el ruiseñor de Milán". Rascar Capac,
la momia inca Rascar Capac, "el que desencadena el fuego del
cielo", era un rey inca que la expedición Sanders-Hardmuth
expolió y se llevó con ellos. Por ello cae sobre los siete
miembros una maldición. La figura de Rascar Capac está
inspirada en una auténtica momia peruana que se encuentra en
el museo de arte y de historia de Bruselas. Es habitual en
Hergé inspirarse en detalles auténticos para enriquecer su
obra, ya pudimos verlo en La oreja rota, por ejemplo.
También lo hace con la historia, pues la maldición que cae
sobre aquellos que expolian el sepulcro de un rey nos
recuerda mucho a la historia de Tutankamon. |